Empresas recuperadas: informe de situación y orden de desalojo contra el Bauen

La precariedad legal es la principal desventaja de las recuperadas, pero se combaten la explotación y el maltrato, se recupera la dignidad del trabajo y se gana un sentido de la solidaridad.

Empresas recuperadas: informe de situación y orden de desalojo contra el Bauen

El viernes se presentó el informe del IV Relevamiento Nacional de Empresas Recuperadas. La ceremonia se hizo en el Hotel Bauen, gestionado por sus trabajadores. Allí se conoció que la justicia les dio 30 días para desalojar el lugar.

El viernes se presentó el informe del IV Relevamiento Nacional de Empresas Recuperadas a cargo del programa Facultad Abierta de la Facultad de Filosofía y Letras de Puán. La ceremonia fue en el hotel BAUEN de Callao y Corrientes y coincidió, además, con el undécimo aniversario de la ocupación del hotel por sus trabajadores. Infojus Noticias habló con Andrés Ruggeri, coordinador del programa, sobre el panorama actual de las empresas recuperadas y sus desafíos, y con Federico Tonarelli, trabajador del BAUEN y expresidente de la cooperativa que lo gestiona desde 2003, sobre la situación judicial y el año movido que se viene para los trabajadores. El aniversario coincidió, además, con la publicación de un edicto que da 30 días para desalojar el hotel.

La historia del BAUEN es también una parábola del neoliberalismo y su ascenso, estancamiento y caída estrepitosa. Marcelo Iurcovich lo construyó en 1978 con un crédito del Banco Nacional de Desarrollo (BANADE) y por medio del Ente Autárquico Mundial 78, encargado de financiar construcciones para la copa del mundo. El decreto 1261/77 permitía al ente el silencio sobre su gestión, razón por la cual no hay hasta hoy un balance contable del mundial 1978. Iurcovich construyó el hotel sin poner dinero de su bolsillo y no pagó ni la primera cuota del préstamo.

Los ‘80 fueron la época dorada del BAUEN; después de la torre sobre Callao, Iurcovich construyó el BAUEN suite a la vuelta, sobre Corrientes. Durante los ‘90, el hotel fue sede de encuentros del peronismo provincial al punto de darle su nombre al Grupo BAUEN. Allí se realizó el acto de Antonio Cafiero como precandidato a gobernador de la provincia de Buenos Aires, así como varias ceremonias en pos de la reelección de Carlos Menem en 1995. “Durante su historia como empresa de capital con Iurcovich, el BAUEN era un hotel de los sectores dominantes. Después del conflicto se transforma en su versión antagónica: es la casa del pueblo, no hay asamblea del mundo del trabajo o la economía social que no pase por acá”, dice Federico. Además, todos los años se hace en el hotel la Convención Anual de Tatuajes, la mayor de América Latina, y el año pasado se realizó la elección de Miss Trans (link: http://bit.ly/1dgM6yH)

El esplendor del BAUEN se va acabando durante los años ‘90: el proceso de apertura de mercado hace que las nuevas cadenas hoteleras internacionales ganen la pulseada. En 1997, la firma chilena Solari decide comprar el hotel por 12 millones de dólares y comienza a gestionarlo, aunque sólo llega a pagar una primera cuota de 4 millones. En el medio, Iurcovich creó una nueva firma, Mercoteles, dirigida por su cuñado (hoy la dirige su hijo). A los pocos días de creada, Mercoteles compró el BAUEN: Iurcovich se vendía el hotel a sí mismo mientras Solari se derrumbaba, llegando a la quiebra en 2001, cerrando el hotel y echando a los 80 trabajadores que quedaban luego de un dilatado proceso de vaciamiento. Así comienza la disputa legal por la propiedad del inmueble, que continúa hasta hoy.

El llano en llamas

Nada de lo relatado es ajeno al contexto socio-económico del país en ese momento: los del BAUEN no eran los únicos trabajadores sin su fuente de ingreso. 30 de ellos comenzaron a relacionarse con el incipiente movimiento de empresas recuperadas y, alentados por la gráfica Chilavert, formaron la cooperativa para recuperar el hotel. Andrés Ruggeri sigue de cerca el movimiento de recuperadas desde su inicio en 2002, cuando se funda el programa Facultad Abierta que dirige hasta hoy. Ruggeri cuenta que “al principio el programa no tenía un objetivo claro. La idea era trabajar con los movimientos sociales del momento: los piquetes, las asambleas, no sólo las recuperadas. Pero rápidamente desarrollamos una buena relación con IMPA y vimos la potencialidad de estas empresas”. ¿Cuál era esa potencialidad? “El sujeto ‘trabajadores’ había quedado golpeado y un poco ausente de las luchas en los ‘90. Esto era la vuelta de los trabajadores industriales, los obreros clásicos. Por eso nos concentramos en ellos”, dice Ruggeri. Una de las muchas actividades del programa (que pueden conocerse acá: http://bit.ly/1d8ftYD) son los relevamientos de empresas recuperadas.

Estos informes muestran un crecimiento del movimiento. En 2001 había 36 empresas recuperadas documentadas en todo el país; en 2004 ya eran 163; para 2010 había 247 y actualmente son unas 311, que emplean en total 13.500 trabajadores. ¿Por qué siguió creciendo su número una vez superada la crisis? Ruggeri dice: “las recuperadas han demostrado viabilidad: cumplen lo elemental, que es conservar el trabajo, y a veces más. Además, si bien la crisis fue superada, las empresas siguen quebrando: es algo normal en este sistema. La diferencia es que los trabajadores incorporaron como una herramienta válida y posible la recuperación y gestión de las empresas. Esto es algo que no formaba parte de nuestro universo económico ni ideológico”. Entre los rubros hay de todo: la mayoría de las recuperadas son metalúrgicas, aunque su importancia relativa va disminuyendo: hoy son 61, que forman casi el 20% del total. Pero también hay dos astilleros, 31 gráficas (nucleadas en la Federación Red Gráfica Cooperativa), 26 textiles y hasta medios de comunicación, proveedoras de salud, frigoríficos y una minera.

Y ahora quién podrá ayudarnos


El informe del relevamiento se presentó en el Salón Bolívar: es sólo uno de los 6 que tiene el hotel, además del auditorio, las 220 habitaciones (de las cuales hay unas 170 en funcionamiento), el bar, la pileta y el solárium (estos dos últimos aún por reabrirse). La lucha del BAUEN se refleja en su funcionamiento. El hotel no cierra nunca y sus 130 trabajadores se dividen en tres turnos. Toman las decisiones más importantes en asambleas, y las menores las toma el encargado de cada sector, elegido por su experiencia en el trabajo concreto y el respeto que le tienen sus compañeros. ¿Cómo dividen las ganancias del hotel? Federico dice que “si bien algunas recuperadas decidieron que todos sus trabajadores cobraran exactamente lo mismo, nosotros entendemos que hay responsabilidades que merecen una paga mejor. De todas maneras, el escalafón privado es mucho más amplio: la diferencia de salario entre un gerente y un maestranza puede ser una diferencia de 10 a 1, mientras que acá es de 3 a 1 en el mejor de los casos. Obviamente hay un reconocimiento económico para los compañeros que ocuparon la fábrica en 2003, porque sin ellos nosotros no estaríamos acá”.

La última sentencia judicial, de 2007, fue firmada por la jueza comercial Paula Hualde. Determinó que el hotel pertenece a Mercoteles e intimó a los trabajadores a desalojarlo en 30 días. En la fecha del desalojo hubo un recital en la puerta del hotel con unas 4.000 personas para impedir una acción que finalmente no ocurrió. El peregrinaje judicial de los trabajadores continuó: intentaron apelar la sentencia, pero en 2009 la Cámara de Comercio confirmó la titularidad de Mercoteles. Presentaron un recurso de queja a la Corte Suprema, que lo rechazó en 2012 por ser cosa ya juzgada. Como última alternativa presentaron un escrito denunciando penalmente a Iurcovich y le pidieron a la jueza Hualde que se declarara incompetente, ya que ella había fallado sobre la quiebra de Solari, que nada tiene que ver en el conflicto, y enviara la causa al Fuero Federal Penal. La jueza no se declaró incompetente, pero suspendió el desalojo. Los últimos días antes de la feria, en 2013, la causa penal prescribió: la jueza Hualde tiene que ejecutar de nuevo la sentencia de 2007. Por eso fue publicado ayer el edicto diciendo que tienen 30 días para desalojar.

¿Exprópiase?


“Desde lo legal no tenemos más alternativa. Está recontra firme la sentencia: para la justicia el hotel es de Mercoteles y la jueza debería desalojar una empresa con 130 tipos que funciona bien: una locura. Esto se resuelve políticamente, pero no vemos que haya voluntad política en el Congreso”, dice Federico. El último proyecto de ley para expropiar el hotel a favor de los trabajadores es una unificación de los presentados por Victoria Donda y Carlos Heller en 2012, y va camino a perder estado parlamentario. “Nosotros planteamos que, si el estado ejecuta las deudas que Iurcovich contrajo para construir el BAUEN, el hotel es del Estado. Y nosotros no queremos que el Estado nos lo regale: sentémonos a buscar una solución, ya sea alquiler, un comodato, un préstamo a 20 años para poder comprar el inmueble.

La jueza Hualde sabe que la situación es complicada, y en 2012 nos convocó a una audiencia de conciliación con Mercoteles. Ahí Iurcovich propuso emplearnos a todos de nuevo, lo cual es una cargada teniendo en cuenta lo que pasó”. El informe de Facultad Abierta muestra el estado legal de las empresas recuperadas hoy, a partir de un muestreo hecho con 31 de ellas. Ahí se ve que el BAUEN forma parte del 25,8% de empresas que esperan que se trate su proyecto de expropiación, ya presentado en el Congreso. La perspectiva no es muy alentadora: sólo en un 16% de los casos el establecimiento fue expropiado a favor de los trabajadores, un 9,7% tiene autorización del juzgado de la quiebra para funcionar temporalmente y otro 16% funciona con el predio ocupado.

Ruggeri plantea que esta precariedad legal “es la principal desventaja de las recuperadas. No tienen la propiedad ni acceso a créditos, y están en litigio con los dueños anteriores. Tampoco tienen capital: lo que hay son máquinas e instalaciones viejas o deterioradas, y está la fuerza de trabajo. Además, el personal administrativo, profesional o de ventas es el primero en bajarse de la lucha porque consiguen trabajo en otro lado, entonces los que quedan tienen que aprender nuevas funciones que quizás no sabía que existían, porque no era su problema. A cambio, se va lo más irritante: la explotación, el maltrato. Se recupera la dignidad del trabajo. Cambian el ritmo y el clima. Las ganancias dejan de ir a la acumulación de capital y al bienestar del patrón, por lo que se puede distribuir mejor. Cambia esta lógica empresaria de generar excedente como sea y aparecen elementos más humanos: se gana un sentido de la solidaridad que puede verse en la cantidad de centros culturales o bachilleratos populares funcionando en las recuperadas”.